Quien recuerde bien, sabrá que Alicia flirteaba con las drogas en Wonderland, que Holden Caulfield tenía algún encuentro que otro con putas y que los mismísimos chicos de Glee se han pillado un pedo que ni Alfredo. Pero eso es moco de pavo para lo que sucede en el mundo real o, para más inri, en la ficción británica. Hay grandes series sobre adolescentes que se fuman la vida, cierto, pero Skins se mea a todas. Hay una reflexión del pequeño Calvin, el niño de 6 años acompañado por su tigre de peluche, que dice así:
Here I am, waiting for the bus. Eleven more years of school to go. Then college, the maybe graduate school, and then I work until I die.
Calvin
(Calvin and Hobbes)
Sería lógico tomar cartas en el asunto y resolver la situación. Eso hacen los chicos de Skins. Beben, fuman, se drogan y follan como si no hubiera mañana. Y puede que no lo haya.
Yo no tuve una adolescencia interesante, acelerada ni aliñada por drogas, sexo ni rock ‘n roll. De hecho, creo que ha sido en torno a los veinte que he vivido esa etapa vital. No por nada he conocido entonces a los amigos que más me han influenciado, he viajado y decidido qué y cómo quiero ser… y lo cierto es que, según he aprendido este año, aún puedo considerarme psicológicamente un adolescente. Y no soy un caso aislado, mire usted. Resulta que estando las cosas como están en este país de Dios, con el estado de bienestar tan bien estado, con la comodidad que proporciona vivir chupándole la sangre a papá y mamá o a las becas del Estado, no tenemos las preocupaciones del adulto temprano, de modo que, sin necesidad tampoco de trabajar ni otras responsabilidades inmediatas, inconscientemente los quinceañeros adolescentes se convierten en veinteañeros adolescentes que pueden vivir así durante muchos más años de los necesarios sintiéndose en el momento más determinante en la formación de la personalidad de una persona.
Pero volvamos a Bristol: una ciudad mediana, cultural, agradable, al sur de Inglaterra. Este verano conocí a varios adolescentes bristolianos y se quejaban porque era una ciudad de mierda en la que no había nada que hacer. Como la muchacha de pueblo tiene aspiraciones de casarse con un hombre de ciudad, ellos soñaban con largarse a Londres. No es el caso de los chicos de la serie. Los hermanos Stonem y compañía, por ejemplo, están bien con su ciudad tranquila y pequeña, porque en ella tienen cuanto necesitan: alcohol, droga, fiesta y amistad. La base sobre la que se cimienta Skins es la amistad, la sensación de pandilla, la unión de los protagonistas. Y es curioso, ya que los guionistas deciden narrar esta amistad de un modo bastante paradójico: cada episodio se centra en un personaje distinto, de modo que estos ganan en matices y se pueden desarrollar muchas más tramas que si se hiciera de forma conjunta. Luego, para cerrar la temporada, los vuelven a unir hasta el año siguiente. Y no queda ahí la cosa. Arriesgan hasta el punto de que pueden enviar a uno de los protagonistas lejos del grupo (y pienso en Cassie) o traer a alguien de lejos (pienso en Thomas), cuando no matar a uno de los principales (y aquí entra el elemento más polémico). Y ya, para rematar, para cabrearnos, para quitarnos la miel de los labios, pasados dos años nos quitan a nuestros queridos niños del medio.Al acabar la segunda temporada, con las tramas de todos los personajes más o menos cerradas, decidieron cambiar a toda la generación utilizando, eso sí, como nexo de unión a la hermana del líder natural anterior, la femme fatale Effy. Aquí parecía que las cosas comenzaban a tambalearse, pues si bien la primera generación era un grupo compacto, muy amigos entre sí, una piña desde el principio, con los coetáneos de Effy las cosas eran distintas: unas gemelas que iban al margen de todo, Panda encerrada en su mundo, los chicos que no se mezclaban con ellas, la pérfida Naomi... poco a poco nos enamoramos de las diferencias entre las hermanas, de la inocencia perdida de Pandora y de la amistad incorruptible de los chicos. Por no hablar de Naomi... Ay, Naomi. Y bueno, resultó que el cambio no fue para mal en absoluto, y de hecho las temporadas de la segunda generación son más fuertes que las dos primeras, por mucho que la generación Skins siempre será la de Tony y Cassie. Afortunadamente, esa dispersión generacional encontró una cura con el paso del tiempo.
Y volvieron los reproches. Acabó la cuarta temporada con un muy discutible final y volvimos a quedar huérfanos de pasión, de droga, de momentos WTF, del amor ilógico y la amistad, que es lo único que tiene un quinceañero. La quinta comenzaba con otro cambio total de plantilla, con una pandilla nueva que no tenía nada que ver con las anteriores. No había una amistad o lazo familiar de por medio, sólo la ciudad y el espíritu. En el fondo, muy en el fondo, muchos abrigábamos la esperanza de ver en algún capítulo aunque fuera el cameo de alguno de los anteriores chicos Skins para decir: es la misma serie. Pero no ha sido así, y la perspectiva de un montón de desconocidos que no se aguantan entre sí era demasiado dura para creer una vez más en Skins. Ahora bien, decía que quedaba el espíritu del sexo desenfadado, los excesos de sustancias estupefacientes y las situaciones absurdas. Analicemos, pues, a la tercera generación. Los nuevos chicos Skins:
- Frankie: la mejor. La temporada abrió con ella. Es, además, la mejor actriz (alguien la recordará por La brújula dorada, ese intento de saga fantástica que quedó en eso). Es una chica ambigua y misteriosa, nueva en la ciudad, con problemas de identidad más gordos que los de cualquier otro adolescente. No sabe bien qué quiere, sólo que necesita integrarse. Odia a las chicas cliché, pero le repulsa el contacto con los chicos. Sólo el enigmático Matty logrará ver más allá de sus preciosos ojos, aunque puede que sea tarde. Además, Mini entrará en el juego. Es el mejor personaje por tratarse del más extremo, del que más empujan los guionistas al borde del precipicio (y creo que la imagen de la finale no puede ser más explicativa), porque aún tiene mucho que aportarnos.
- Matty: el hijo malo, el hermano atormentado. Los personajes misteriosos y atormentados siempre funcionan (Spike, el Doctor), y aunque el misterio de Matty pueda interpretarse como grandes huecos en el guión, el triángulo con Liv y Frankie lo sitúa en una posición de lo más interesante. Además, es muy atractivo (para lo guapo-feos que son los chicos Skins). Seguro que su pasado sigue trayendo grandes descubrimientos en la sexta temporada.
- Mini: un pastel. Es insoportable, pija, delicada, celosa, estúpidamente adolescente. De entrada no se deja querer por los demás, ni por la audiencia, pero el convertirla en mártir la vuelve del lado de los fans. Además, su interés por Frankie es desde luego muy interesante. Su virginidad vencida y el hecho de que tenga mucho carisma le otorgan el aprobado.
- Alo: no lo aguanto. Me parece muy, muy prescindible, y eso que se trataba de los que más prometían (un perro, porno y una caravana). Incluso su episodio fue tan anodino como él, y mucho tienen que cambiar las cosas para que alce el vuelo. Lleva todas las papeletas para convertirse en el fiambre de esta generación. Si no, no me lo explico.
- Liv: a mí me gusta. No sé por qué, porque en realidad no tiene gran cosa que aportar. Tal vez lo salvaje que es, el sexo que exuda cuando baila, lo zorra que es (no hay más que ver cómo juega con Frankie) o algo. Tampoco tiene mucho más que decirnos, aunque su episodio junto a Mattie fue de los que más me gustó, giro de guión mediante.
- Grace: la niña mimada, hija única con aspiraciones de princesa que se enamora del melenas, con la mala influencia, con el heavy (cariño, ¿qué hemos hecho mal?). Bueno, creo que es el personaje que más ha servido de nexo para que los chicos de este año acabaran siendo generación. Algunos de los momentos más exagerados de la temporada recaen en ella (la boda, el padre-director, la obra de teatro). Su amor por Rich es de lo mejorcito.
- Nick: el hombre-florero. Junto a Mini forman la pareja más popular, él deportista y ella un bellezón, que se va al garete con las inseguridades de la edad. No hace nada, es de lo más vacío de la temporada. Junto a Alo, que desaparezca ya. Además, tiene un hermano mucho más interesante, y lo único bueno que tiene Nick es la relación con éste.
- Rich: me encanta porque no había salido en la serie hasta la fecha nada parecido. Nos ha hecho escuchar metal y heavy a lo loco a todos. Nos ha enseñado que los prejuicios los tenemos todos, y su historia de amor con Grace es uno de los pilares de la temporada. Además, es muy tierno: tiene cara de niño, y siempre que lo veo junto a su amor no puedo dejar de pensar que son críos jugando a esto de los mayores. Chapeau, por simple que pueda parecer el personaje lo han sabido enfocar bastante bien. Y su declaración shakespeariana…
Como queda patente, hay gustos para todos. De ocho personajes hay uno con un potencial enormísimo (Frankie), cinco buenos y dos prescindibles. Buena proporción. Si la comparamos con las temporadas anteriores, parecerá un fracaso, pero Skins hay que verla en relación con el resto de ficción global. Sigue siendo mejor que The inbetweeners o Misfits en el terreno que comparten todas, el de las emociones elementales que nos atacan durante la adolescencia. Además, aunque haya costado que la generación encajara, al final el rompecabezas ha formado una figura hermosa que nos deparará grandes alegrías de aquí a un año. Sus giros de guión y desvíos argumentales no deberían cogernos por sorpresa: Skins ha sido esto desde el principio. Además, este año han prescindido del drama innecesario y nos han dado una finale muy buen rollista que merece ser tenida en cuenta. El cambio del tono quizá nos acerque más al espíritu de la primera temporada, donde todo había de ser y era alegría, amistad, amistad, AMISTAD. Y creo que los nuevos chicos cumplen esta máxima con creces.
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