jueves, 8 de marzo de 2007

Pequeñas alegrías cotidianas

Estaba advertido, pero aun así me pilló por sorpresa.
La carta sobresalía del buzón casi en su totalidad. Era una carta tamaño folio y de cierto grosor a mi nombre. Firmaba María de Motril.
No exagero si digo que es la carta más currada que me han mandado jamás. Se trataba de una carpeta de estas azules normales de toda la vida con un mensaje en el exterior, NO SÉ CUANTAS COSAS POR CONTAR, en letras de colores. Y dentro todo un mundo, un retroceso a la infancia, aromas de playa y constelaciones. Cascabeles, purpurina y cartulinas de colores para contarme mil cosas. Juro que me flipé con esa carta, y mis amigos que estaban conmigo pueden constatar que era sencillamente estupenda. La cuestión es que no sé qué hacer con esa carpeta, si guardarla o colgarla a modo de póster en la pared de mi dormitorio. Ahora me toca a mí empezar a pensar en la respuesta…

En las paredes de mi piso no hay cosas muy destacables. Tengo varios calendarios (el de Fotogramas es el principal), el póster de “El número 23”, mensajes de amigos, algunas fotos de hace 3-4 años, recortes de actrices y de carteles de pelis, así como alguna que otra historia escrita por mí. Mi próxima adquisición (espero) será el póster de Pulp fiction en este mismo Salón del Cómic, aunque también busco cualquiera de las pelis de Michael Gondry, Juegos secretos (Little children) y alguno en condiciones de Expediente X.
Y es que el martes fui a la Picasso con Jose y compré un libro que está resultando toda una maravilla: Expediente X: En honor a la verdad, de Sara Martín. En cuanto lo acabe escribiré largo y tendido sobre él, aunque en breves palabras se trata de un estudio exhaustivo de la serie creada por Chris Carter; no os hacéis ni una idea de los detalles que pasan desapercibidos. Da la casualidad de que el mismo día que encontré el libro acabé con el último capítulo, “La verdad”. Es un final muy digno para una serie que marcó un hito en la Historia de la televisión. Al final quedan todos los cabos atados y una sensación de melancolía y desazón debida a ese final tan ambiguo. Es como si la verdad, al fin y al cabo, fuera lo de menos...

3 comentarios:

  1. Ese tipo de cartas son como bien dices, una alegría... recibirlas y leerlas es todo emoción!

    Yo tengo ganas de un póster de Inland Empire (MWUAJAJA) y de La Ciencia del Sueño (me marcó esta película)... y hablando de finales dignos, a ver cómo hacen con Prison Break... seguro que muere alguien... bufff en fin...

    Saludos!!

    ResponderEliminar
  2. Mmmm... me encantan las cartas. Y más que escribirlas, ver la cara del que las lee.

    qué pena que se los hábitos así se pierdan.

    ResponderEliminar
  3. Yo también quiero recibir ese tipo de cartas... Qué envidia me das!


    La verdad es que nunca ví Expediente X :$


    Un beso dulce!

    ResponderEliminar