He de
confesar algo. HIMYM nunca me ha parecido una comedia especialmente
graciosa o divertida, al menos no al nivel de su referente más
cercano, Friends. De hecho, empecé a verla por Alyson
Hannigan (como whedonite convencido, no podía dejar pasar por alto
volver a ver a Willow en el registro que fuera). No obstante, me
encontré con una deliciosa comedia romántica sobre un chico en
busca del amor de su vida. El
hecho de que toda la sitcom fuera una comedia romántica me obligaba
a mí, oh cursi irredento, a seguirla. Una comedia que comenzaba con
el chico diciendo 'I love you' a la chica, y una comedia que
comenzaba con un misterio que a la vez era un truco que acabaría por
convertirse en la maldición y la redención de la serie.
EL
MISTERIO. El misterio, anunciado en el título y en los primeros
segundos de la ficción, era la identidad de la madre de los hijos
del narrador. Por tanto, nos presentarían a una galería de
candidatas hasta que llegara la madre, y, además, podrían jugar con
la ventaja de habernos presentado a la madre antes o después sin que
nosotros lo supiéramos, o prolongar la trama cuanto quisieran hasta
que los hijos (ellos son el público, no por nada están en el sofá)
supiéramos quién era la madre y cómo la conoció.
EL
TRUCO. No obstante, detrás de ese misterio se ocultaba un truco
narrativo. En definitiva, para la serie no importó tanto nunca la
identidad de la madre como las vidas de los cinco amigos neoyorquinos
(vale, una canadiense de por medio y neoyorquinos de adopción), sus
veinte años, su madurez emocional y vital. El recurso era sólo una
excusa, un macguffin, casi, un pretexto para contar algo distinto. No
por nada Carter y Bays crearon el personaje de Victoria en la primera
temporada por dos motivos: uno, que cancelaran la serie y quedara sin
resolver el misterio, de modo que siempre existió el plan de que
fuera la repostera dulce que nos hizo a muchos dar el sí, quiero
definitivo a la serie; dos, que nunca dieran con la resolución
adecuada al misterio. Por tanto, el instrumento narrativo, en este
caso la narración de un Ted adulto a sus hijos, servía sólo para
introducirnos en ese universo del McLaren's, pero no era el eje
principal sobre el que vertebrar la serie. Ahí están todas las
temporadas en las que cobran más peso las vidas de Barney (en
principio a punto estuvo de fagocitar la serie con su efecto Steve
Urkel), Robin (el gran descubrimiento de la serie) o Marshall y Lily
con sus idas y venidas, relegando a un segundo plano a los amores de
Ted, porque INSISTO, lo de menos era desvelar el misterio. No
obstante, supieron utilizar bien el recurso de la narración, y ahí
es donde brilla especialmente How I met your mother, en
introducir en un género tan quemado o limitado como la sitcom un
nuevo nivel narrativo donde jugar con los saltos en el tiempo,
autorreferencias a hechos que han sucedido o no, multiperspectivismo,
y la trampa de la memoria del narrador1.
Y es que, si HIMYM no inventó la narración fragmentada/aleatoria/no
lineal, ha sabido emplearla mejor que cualquier otra comedia. De
hecho, fue cuando comenzaron a unir el misterio y el truco2
cuando empezaron a afianzarse ante un espectador escéptico.
Cabe
preguntarse si la maldición consecuente se habría producido de no
convertirse la serie en un fenómeno mundial a la altura de, por
ejemplo, The office, sitcom menos accesible que ofrecía un
truco diferente: en esta ocasión, como en Modern Family, el
recurso narrativo es el falso documental. No despertó, sin embargo,
misterio alguno. ¿Qué es el documental? ¿Quién hay detrás? ¿A
quién se dirigen los personajes? Y, sin embargo, en la última
temporada se resolvió el misterio sin la presión, claro, sin la
maldición de HIMYM o, para extrapolarlo al extremo más afilado de
dicotomía entre expectativas y resolución el final de Lost,
serie con la que HIMYM comparte, cuanto menos, el truco.
LA
MALDICIÓN. La mayoría de los espectadores no entendieron que el
misterio, que ese ¿Cómo conoció a la madre? no era tanto un
misterio a resolver como un juego de narración. Sin embargo, debido
al desconocimiento de esta estratagema el fandom comenzó a
obsesionarse con la respuesta. La gente quería saber quién era la
madre, sobre todo cuando la serie comenzó a perder frescura (un
factor que para mí jamás tuvo) o ingenio, esto es, cuando la gente
comenzó a cansarse de los personajes o las chicas y chicas que
pasaban por la vida del soso de Ted Mosby. Mientras tanto, los
creadores se lo pasaban en grande provocando a este tipo de
espectador con los cameos de Britney Spears o Katie Holmes, cuando no
haciendo directa alusión a los hijos sobre lo poco que quedaba para
que la madre apareciera. A todo esto, mientras tanto, las
expectativas con respecto a cómo o quién sería la madre no dejaban
de elevarse. Yo he llegado a oír de seguidores de la serie: pues la
madre tendrá unas tetazas como balones o cosas por el estilo, como
si no llevaran cinco, seis u ocho temporadas conociendo a Ted, ese
romántico que dijo 'I love you' en la primera cita. A todo esto, el
hecho de que desvirtuaran la concepción original de Barney, el
preferido del gran público, y lo hicieran fiel y enamorado y
¡comprometido!, tampoco ayudó a templar los ánimos de los
espectadores enfurecidos, cuando la gesta de amor entre Barney y
Robin merece tanta atención como cualquier historia de amor entre
Mosby y Cia, y es que esto, no lo olvidemos, ES UNA COMEDIA
ROMÁNTICA. De este modo, con las expectativas por las nubes, una
audiencia agotada y fecha de fin para la serie, no quedaba más que
encontrar a la madre, que vino a ser, sin lugar a dudas, la redención
de How
I met your mother.
LA
REDENCIÓN. Llegado
este punto de la ficción, los creadores habían asumido la
importancia de dar con una madre a la altura3.
Por eso fueron construyéndola poco a poco, temporada a temporada,
con las pistas, esos juegos narrativos, y por eso han llevado el
juego narrativo, el fin del misterio y el truco a sus últimas
consecuencias en la última temporada. Me explico: cuando se anunció
que la temporada final de la serie transcurriría por completo en un
fin de semana, no me extrañó tanto al tratarse de la serie de que
se trata. La última imagen de la temporada anterior había sido,
para más inri, la primera imagen de la madre, una chica pequeña y
frágil, abrazable, de la que no sabíamos nada. Con eso, los
creadores pretendían aplacar a los mismos
fans
a quienes antes aplacaban con pistas más sutiles y preparaban el
terreno para una temporada dedicada a introducir a la madre para
hacer entender al espectador cómo era posible que esa chica fuera el
amor de la vida de Ted. Teorías locas aparte, como que la madre en
realidad estaba muerta, que los hijos
no existían, etc, los guionistas lo tenían jodido. Han introducido
al personaje, porque ya no hablamos de truco o elemento narrativo,4
con pequeñas píldoras. Así,
la consecución de todo esto se da en el capítulo 200, “How your
mother met me”, donde al fin sabemos qué ha pasado a lo largo de
estos ocho años en la vida de la madre. Han optado por rebajar el
componente pizpireta y ganarnos a base de drama. La madre es bonita,
divertida, inteligente, romántica, algo nerd, creativa... tiene un
poco de todo. Los guionistas han sido coherentes y, sin miedo a
decepcionar, al fin han resuelto el misterio. Han optado por lo fácil
(con lo del novio muerto, sólo un monstruo sin corazón no habría
querido abrazarla muy fuerte), pero efectivo. Ahora sí, nos queda el
tramo final de la serie, donde dicen que vamos a tener madre para
hartarnos. Si la serie es fiel al género al que tanto le debe, nos
queda un chute de romanticismo, amor y comedia, la madre jugará un
papel muy importante (mi apuesta es que ella salvará la situación
ante esta súbita desaparición de Barney, sin duda un cliffhanger de
lo menos efectivo, y ante la crisis entre Lily y Marshall) y podrán
despedirse a lo grande con los deberes bien hechos, y los están
haciendo, que toda esta temporada, a nivel narrativo, es una locura
genial.