Tara es madre. Tara es adolescente. Tara es ama de casa. Tara es un motorista. Tara es un mundo habitado por distintas personas. Partamos de la base de que todas esas personas son Tara, que todas comparten cuerpo y cerebro, y tenemos el conflicto.
Con una premisa tan jugosa llegó hace ya tres años una serie sobre una familia disfuncional a la cadena de las series sobre familias disfuncionales, Showtime. Por si fuera poco, detrás de la producción se encontraban nombres tan potentes como Diablo Cody (creadora y guionista principal, también responsable de la deslenguada 'Juno'), Steven Spielberg (en esta ocasión como productor) y quien es el espíritu de la serie, la inconmensurable Toni Collette (la sufrida madre de 'Pequeña Miss Sunshine').
Una mujer con trastorno de personalidad múltiple, pero no sólo eso. Dicen los aquejados de este estado que no es tan traumático en su día a día, sino que se trata más bien de un motivo de risa o anécdotas; vamos, que se puede vivir con ello. En la serie, el trastorno de Tara está llevado a su extremo. Tara, madre de dos hijos adolescentes, esposa de un hombre-pedazo de pan, tiene que lidiar con las personalidades que a veces se manifiestan en su cuerpo: una adolescente guarrilla, un motorista algo machista y una perfecta ama de casa à la Bree Van de Kamp. Vivir un día con estos cambios de personalidad, y otro, y otro, y ver cómo afectan a las relaciones personales, a las decisiones personales, a la vida en conjunto, podrían hacer que cualquiera se diera por vencido. No obstante, Tara es una de las heroínas televisivas más fuertes que ha dado la pequeña pantalla, y es que accidente tras accidente es capaz de reponerse a las zancadillas que le ponen sus alter egos.
Puede, por ejemplo, que un día el motorista se enamore de una vecina y tenga un affaire con la chica sin que ésta sepa nada de los motivos reales; o que a la adolescente le dé por experimentar con las drogas; o que, quién sabe, a la mujer desesperada le dé por secuestrar un bebé en el supermercado para hacerse cargo ella. Son ejemplos extraídos o no de la serie para situar al ajeno a este batiburrillo. De este modo, nuestra toma de contacto con Tara consiste en comprobar cómo tiene que deshacer los entuertos provocados por sus personalidades. A medida que la conocemos más, descubrimos que la férrea voluntad demostrada por la familia comienza a resquebrajarse, dado que un hijo adolescente necesita atención especial, y una madre ocupada de sí misma no puede concederle ese apoyo, de modo que esa atención extra recae en el pobre marido, que se casó no con una, sino con cuatro personas (una de ellas un fornido motorista, sí). Por si fuera poco, en momentos de tensión es cuando afloran las personalidades, y es algo que Tara no puede controlar. Sí hay gente que sabe de la debilidad de Tara y tratará de aprovecharse.
Lo fácil sería en esta serie, por ejemplo, descubrir una nueva personalidad por temporada, y así existiría además evolución en la protagonista. Pero eso sería lo fácil. En United States of Tara la protagonista no es Tara, sino toda la familia. Todos evolucionan, todos se efrentan a pequeños desafíos, cambios, esperanzas que a menudo se ven truncados en favor de la salud de mamá. Surgen nuevas personalidades, desde luego, y algunas desaparecen durante un tiempo, y algunas son peligrosas de verdad. Llegado un punto de la serie, Tara recobra cierta estabilidad, y con ella toda la familia. Entonces sucede algo gordo y todo se va al garete. Tara nunca logrará controlar su trastorno ni domar a sus otros yo con pastillas o meditación. Es un rasgo característico de Tara. Más allá de los personajes estrambóticos, las tramas disparatadas, esa mezcla ideal entre drama y comedia, más allá de los vaivenes vitales de sus protagonistas, sabíamos que al minuto siguiente sucedería algo sorprendente, inesperado, y ahí estaría Toni Collette con su inacabable abanico de emociones que despegar en diez segundos. Cualquier otra actriz no habría osado vestir la piel de Tara. No obstante, llegado el final de la serie, la historia de Tara y los suyos queda pendiente de un hilo que nos quiere hacer creer que la paz ha llegado a casa.
Sí, han leído bien: final de la serie. Hace unas semanas concluyó la tercera temporada, y con ella la serie. Showtime dejó caer la guillotina. La cobarde Showtime. Esa Showtime que siempre apuesta por lo seguro. Para una serie que tenías, Showtime, sólo una, en la que cada temporada ofrecía algo nuevo, te la cargaste. Oh, Showtime, aférrate a tu Weeds, a tu Dexter y a tu Nurse Jackie, series todas ellas que se limitan a repetir temporada tras temporada, capítulo tras capítulo, la misma estructura, la misma fórmula, la única emoción que son capaces de sentir sus protagonistas. Alégrate, Showtime, porque USoT no hizo mucho ruido, pero se fue por la puerta grande, sin quemarse, sin aburrirnos, sin convertirse en otro producto conformista en una cadena conformista.